La belleza es un término que relacionamos generalmente a la imagen y atributos de una persona, una obra de arte, joyas paisajes y decoración. Cuando alguien es agradable, solemos decir que es "bello por dentro y por fuera", por lo que también lo consideramos como algo bueno.
También consideramos que las belleza es algo subjetivo, lo que para algunos puede ser bonito, para otros no lo es. Como bien se dice "en gustos se rompen géneros", y esto puede ser cierto si lo vemos desde el punto de vista individual, pero ¿Qué tal si lo elevamos a nuestro colectivo, comunidad y entorno?
Partiremos del significado: El término de belleza proviene del vocablo latino bellus, proveniente de benulus, que puede traducirse como bueno o bonito. La belleza es la característica de algo que es agradable para quien la percibe. De tal manera que un sonido, una imagen, un movimiento, un objeto o una persona, entre muchas otras cosas, pueden ser bellos.
Generalmente, las personas tratamos de vernos lo mejor posible, sobre todo si es una ocasión especial o un compromiso importante. Nos gusta que nuestra casa se vea presentable y hay quienes tienen mucha creatividad para decorar y generar un entorno agradable. Si tenemos una fiesta, queremos que los centros de mesa, los platos, y todo luzca de forma presentable.
Cuando viajamos, generalmente visitamos lo mejor de una ciudad, tanto en el aspecto natural como cultural: sus museos, restaurantes icónicos, lugares de interés, palacios, playas, montañas, lagos, entre otros, y tenemos una sensación de placer, bienestar, alegría que hasta recargamos energía el tiempo que dure nuestra estancia vacacional.
Hay lugares en las que sus centros históricos son bellos, o hay pueblos mágicos cuya magia radica en su arquitectura y paisajes. Pero ¿ qué pasa cuando regresamos a nuestra ciudad? ¿Consideramos el lugar donde vivimos un lugar bello?
¿Qué debe tener una ciudad para considerarse bella? Quizá se nos vendría a la mente parecerse a Londres, París, Nueva York, Dubái y Tokio, las cuales lo son por estar llenas de historia, cultura y estética en sus construcciones. Pero, ¿solo esas ciudades son bellas? Hay otras ciudades menos famosas que también son agradables, estéticas, interesantes e incluso pequeños pueblos de tan solo una calle que son muy bonitos. Podemos mencionar Solvang, California, Victoria, Canadá, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Mérida, Yucatán, Saint Malo, Francia, y muchos otros lugares bellos que quizá no conocemos.
¿Qué podemos decir de estas poblaciones? Son lugares limpios, con bellos paisajes, arquitectura que representa su historia y cultura, funcionales, fáciles de recorrer y otras características que nos facilitan disfrutarlos.
Vayamos al tema principal, ¿ es importante vivir en un lugar bello? Eso depende. Hay ciudades que quizá no tienen siglos de historia, palacios, museos y lugares icónicos reconocidos mundialmente, pero todos los lugares tienen su encanto. Si son lugares limpios, cuidados, con espacios recreativos para sus habitantes, áreas verdes, con armonía visual, que nos cuenten una historia, la historia de quienes la han formado. Todo esto mejora nuestra calidad de vida.
¿Podrá influir en nuestro estado de ánimo el estado de nuestro entorno? Es posible que sí. Un lugar con malos olores, basura, edificios que no respeten el reglamento de control urbano, transporte deficiente, pocos espacios recreativos para la comunidad, áreas vandalizadas, embotellamientos en el tráfico, calles con hoyos, entre otros, ¿Qué nos genera? poco sentido de pertenencia, malestar, indiferencia, apatía, desilusión. No hay magia en un lugar así.
La ciudad es de todos los habitantes en forma general, pero de nadie en particular, por lo que es un círculo vicioso. Nadie es responsable de mantenerla bonita, agradable, bella, para quienes habitamos en ella. Todos somos responsables de ello y podemos lograrlo si respetamos las playas y no las invadimos para tapar su belleza, construir locales y edificios siguiendo los reglamentos urbanos, y por qué no, ver la manera de que estén lo mejor presentados posible, sean agradables, se integren al paisaje, al relieve y estilo del lugar. Es cuestión de tomar el compromiso de forma personal y con la comunidad.
Que representen la cultura, identidad e historia de los que aquí vivimos para que nos sintamos orgullosos, y las generaciones siguientes también se sientan así. Dejemos de pensar en solo barrer por donde pasan turistas y visitantes, hagamos una ciudad linda para nosotros, que todos los días vivimos ahí, también es nuestra casa, una ciudad es nuestro hogar extendido, donde convivimos con nuestra familia y amigos, trabajamos, aprendemos y nos divertimos. Todos merecemos vivir en una ciudad bonita y todos podemos contribuir a que así sea.
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